Callar
Como un hilo de la vida que aún nos queda por vivir, jugamos inconscientes a lamernos las heridas que abrimos de manera incesante. Te sacias del aroma de una noche infinita, muerdes tu vaso por no morder tu propia vida. Miras de reojo la silueta que dibuja frente a ti una luz tenue, con sonrisa tímida, quizás estudiada. Bajo esa mirada se esconde un corazón que cabalga sin rumbo fijo hasta salirse del pecho y bajo la luz tenue un rostro impasible, como ajeno a todo, tal vez en otro mundo. En un mundo soñado lejos del dolor, lejos de su dolor. A veces es más intenso lo que callamos.