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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Resucitar

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Después de algunas semanas de profundo dolor, creo que ya por fin resucité. Sin que pase nada en especial, sin que mejoren las cosas, más bien lo contrario. Pero ya entendí que todo depende del cristal con que se miré, que solo yo puedo dar el toque especial a lo que pasa en mi mundo, todo es relativo, todo es subjetivo, todo es nada y nada es todo. Seré la más egoista y lucharé por ser feliz, mirandome al espejo y volviendo a ser la persona más independiente del mundo mundial. Creeré de nuevo en mis posibilidades y me dejaré las uñas en sacar adelante todo lo que hoy necesita de mi ayuda. Solo así estaré preparada para ser feliz y mientras en el trayecto, procuraré serlo por mi empeño y por no hablar mal y decirlo de otra manera que seguro me motiva más. Porque aprendí que solamente yo soy capaz de cambiar lo que no me gusta y además aprendí que es inutil luchar contra los imprevistos porque siempre están ahí acechando a la vuelta a de la esquina, aprendí que solo podemos aceptarlos

Dimelo tu

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¿Cómo se sigue cuando nada de tu vida tiene ya sentido?
Sin ganas de nada, en pleno estado otoñal, sin un hombro en el que resguardar mi cabeza del frío, bajo la lluvia inmensa del alma, la tristeza y la desgana de no poder contemplar los rayos de sol desde tu ventana, la ventana desde la que nunca divise el horizonte despejado de obstáculos, el presente abierto ante mi. Sueños y sueños, ilusiones cada vez más ahogadas en el fondo de un vaso que retornan en esas noches de invierno cuasi solitarias en las que reniego del presente y disfrazo el pasado con disimulo, para que nadie aprecie que no encuentro consuelo.

Ahora mando yo

Vuelvo de nuevo, más asqueada que renovada, tras ocho largos meses en la hibernación absoluta de la resignación a lo que cada vez me parece más injusto: la vida. Porque eres sumamente injusta e impuntual, inoportuna e inapropiada y porque estoy francamente indignada, dolida por dar tanta mierda a quien menos se la merece. Porque me apetece hablarte mal, me apetece gritar, llorar, insultarte una y mil veces hasta sacar de mi la rabia que me acompaña últimamente. ¿No han bastado los doscientos millones de lagrimas que ya hemos derramado? ¿cuántas más quieres? y solo te digo que ahora voy a mandar yo que te exijo que todo salga bien, ve y diselo a quien sea necesario que no te voy a permitir más sufrimiento, que ya es suficiente con esto. Mirame a los ojos, es demasiado ya y lo sabes.