Por siempre

 Te vas... Y yo me quedo inerte, añorando tus costumbres, tu amor incondicional, el peso de tu cuerpo sobre el mío, tus cuidados y los míos. Tus recuerdos mojan el papel sobre el que escribo, y vuelvo a echar de menos en superlativo. No encuentro nada que haga justicia a esa capacidad de darlo todo sin esperar nada, no encuentro la manera de dejarte ir sin que se haga justicia, igual que no veo justo que te hayas ido. Decirte que te quiero me parece excaso y excesivamente vulgar, nosotros éramos mucho más que eso, las uniones tan fuertes sobrepasan el amor, son simbiosis de almas que se pertenecen sin pertenecerse. Tu mirada, tus pasos por la casa, tu eterna bondad sobrepasan mi tristeza y la convierten en dolor del que no puedo salir. Aún es pronto, aún no me hago a la idea de no despertarme con tus ruidos, con tus llamadas de atención. Aún no concibo este tiempo sin ti, sin nuestras cosas, sin tu cariño, sin tu mirada. Quizás me quieras recordar de nuevo lo efímero de la vida, quizás tú marcha me ponga las pilas de nuevo, pero no, nadie es tan importante como para merecer que una lección suponga tanto, a la vez que nadie merece que su lección le quite tanto, porque hay lecciones que nunca deben recibirse si suponen esta ausencia tan grande, tan vacía. Gracias por tanto, gracias infinitas desde mi alma que también es la tuya por y para siempre, también se vive en el recuerdo y en la alegría de recordarte. 

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