Gris

Gris. Como cada domingo sin aliento, como cada día desde hace tiempo. Propuestas, tal vez efimeras que se esfuman de mis manos antes siquiera de llegar a darles formas, y de nuevo impregna mi mente lo absurdo del orgullo y la importancia que a veces tiene la soledad. Errores en la frialdad de mantener una postura estable, de no tambalear, caídas que suponen amargos tragos, y de nuevo volver a ahogar las penas en silencios borrachos de desesperanza. Y la lastima a un lado, el desahogo aquí y así empezar otro día salvando los obstáculos del amanecer en la misma llanura, de sentir frío por dentro, de no enfrentarme a mis miedos, a mi orgullo, a mi dignidad. De dar soluciones para no repetir, de solventar baches para seguir pateando la llanura que no termina, de cerrar la herida antes de que brote de nuevo, antes de que siga creciendo, de ser consciente de que solo hay una manera, aunque cueste un gran esfuerzo, de no sentir más que vacio.

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