Retorno al falso origen
Vuelvo de nuevo, con la impaciencia y el valor de una quiceañera, se que allí no me hice y lo descubro años después, tras ver en sus ojos la venganza de una fantasía, la impaciencia de hacer daño porque sí, sin motivo aparente, fuera de un contexto favorable, sin necesidad, sin resprocidad. Dónde quedan ya los encuentros, la conversaciones y la amistad emotiva, dónde la hipocresía que descubrí tardemente, dónde el dolor que hoy pretende hacerme, dónde esa mirada vengativa, donde algo que solo está en su cabeza. Mejor situarlo lejos, muy lejos, aunque no deje de darme lastima por aquello que fue o quizás por darme cuenta apenada de que solo fue una ilusión. Solo esta persona empaña otras situaciones vividas, no voy a permitirle que te haga daño, nunca, porque solo tu me has demostrado algo que siempre me ha faltado. En ocasiones es dificil de aceptar que hay que decir adios a algunas personas, a veces de manera muy resignada y otras veces de manera forzada, porque tenerle al lado me está haciendo daño de forma indirecta algunas veces, otras de manera directa.
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