Posdata.

Querida vida mia:
Te escribo desde la lejanía subjetiva porque de este modo vuelvo a tenerte más cerca. Hemos hablado tanto, o quizás tan poco... pero nunca te escribí la carta que merecías porque nunca fuí capaz de transmitir con palabras todo aquello que siento, que sentí y que sentiré. Desde que marchaste no he dejado de llevarte de forma perenne allá donde vaya, el corazón no ha dejado de latir por tu ausencia ni un solo minuto de mi vida. Todo ahora es más gris, los colores de la ilusión se quedaron rezagados en el vacio de tu abrazo, que hoy tanto añoro. Describir lo que cada día paso, lo que todo ha cambiado me resulta imposible, hacerme entender, comprender al resto del mundo dentro de su propio cascarón, el mismo que a mi un día el destino me rompió, todo esto me retorna a la desesperanza, tal vez pasada, o tal vez menos frecuente con el tiempo. Todo cambia, esa frase aún retumba en mis oidos, puede que fuese lo mejor que oí de alguien que poco pudo hacer para remediar tanto dolor. Cambia demasiado y mi persona, la que ahora soy te extraña como la que otro día fue. El cambio no es esencia, porque con la esencia se nace y también se muere, y eso puede que sea lo único que no cambie en este circo tan dramático que es la vida. Gracias a todas las aportaciones de esos genios que un día me tendieron una mano y caminaron junto a mi, por aparecer en el momento oportuno, por desaparecer cuando así lo requiere la situación, gracias a los ángeles que aún siguen velando por mi, solo por ser lo poco que soy, por ser los más grandes. Y gracias a ti. Una y mil veces más, Te quiero.

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