Sin ganas de nada, en pleno estado otoñal, sin un hombro en el que resguardar mi cabeza del frío, bajo la lluvia inmensa del alma, la tristeza y la desgana de no poder contemplar los rayos de sol desde tu ventana, la ventana desde la que nunca divise el horizonte despejado de obstáculos, el presente abierto ante mi. Sueños y sueños, ilusiones cada vez más ahogadas en el fondo de un vaso que retornan en esas noches de invierno cuasi solitarias en las que reniego del presente y disfrazo el pasado con disimulo, para que nadie aprecie que no encuentro consuelo.

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