La ignorancia subestima
No es que me crea por encima de nadie, quizás ese es el problema de que me irriten tanto las injusticias, principalmente, como es lógico cuando éstas van dirigidas a una misma o por supuesto y como suele ser más habitual a algún que otro ser querido, hacía el que sin saber muy bien porqué, sientes un sentimiento de protección que te altera cuando observas una situación de injusticia, que en ocasiones equivocadamente, piensas que es incapaz de resolver por el mismo, y es entonces cuando tu labor de protector sale a relucir, cual leona en celo, defendiendo a sus criaturas indefensas. Son muchas las circunstancias de la vida en las que curiosamente los más ignorantes, como suele ser habitual, se alzan de un salto por encima de tus hombros, crecen por momentos, hasta sobrepasar los límites de la educación y entonces te hacen sentir pequeño, no porque su papel de "todolosé" resulte creible, sino porque la impotencia en esos momentos bloquea los emisores de los buenos modales hasta perder los papeles y en ese mismo momento, justo antes de increpar de manera similar al energumeno que tienes delante, te das cuenta de que lo mejor es mantener la cabeza fría y actuar como realmente eres, una persona educada, aun a sabiendas de que el se irá convencido de su victoria, reafirmando su ignorancia (aunque eso no lo sabe) y tu te irás tragandote las ganas de gritar lo injusto que resulta que un inculto sin razón, haga que tu día soleado se convierta en gris y apagado; y de nuevo aprietas los dientes para mantener la compostura y demostrar que tu saber estar y tu educación valen más que un insulto, pero también comprobando que nunca va a ser capaz de darse cuenta de ello, porque su mente está totalmente cerrada y bloqueada, y que otra vez no hay mejor demostración de que la ignorancia da la felicidad. A veces me pregunto cual de las dos opciones es la mejor, y es que nos complicamos demasiado, aunque es mi manera de hacer las cosas, de actuar, y aunque ya sea una especie en peligro de extención, soy de las que sigue pensando en aquella utopía que dice que hablando se entiende la gente, y bajo esta ideología ronda mi comportamiento diario, aunque las consecuencias, a menos a corto plazo me hagan ver lo contrario. Aún seguimos con la esperanza, que dicen que es lo último que se pierde (otro recurso, para que seas bueno sin saber porqué y porque si), de que, y seguimos con las frases hechas, a cada cerdo le llega su San Martín, no se yo...
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